Club del suicidio

martes, 1 de diciembre de 2009

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Les dejo un manga para descargar. Se llama "Club del suicidio". Ya lo imprimí pero todavía no lo leo. Parece muy interesante, sobre todo por ser género Gore.

Título Original :Jisatsu Circle
Título Alternativo : Suicide club
Autor : Usamaru Furuya
Año : 2003
Género : Gore, Seinen, Misterio
fansub : Anime Box Fansub
Volumenes : 6 capitulos (1 tomo)

Sinopsis

Se cuenta que existe un grupo de adolescentes que se dedica a cometer actos de suicidio premeditado. Son conocidos como el Club del Suicidio.

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Réquiem por un suicida

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Réquiem por un suicida, la más reciente novela de René Avilés Fabila, se constituye como una extensa y profunda reflexión acerca de la única libertad que -según Jack London- posee el hombre: fijar la fecha del día de su muerte, al decidir quitarse la vida.

Gustavo Treviño es el protagonista central -el suicida- de este relato que se edifica como una biografía hilvanada con recuerdos, anécdotas, cartas y consideraciones filosóficas acerca de temas diversos, pero ubicados en el horizonte de la muerte que entrevé el personaje desde las primeras líneas: el amor, la actividad política, la amistad, la literatura, la vida, la felicidad.

El corazón anhela una bala; la garganta ansía una navaja; el alma tiembla entre paredes de hielo... y nunca escapará del hielo, es una cita de Mayakovski que -entre otras de Esenin, Balzac y Joseph Roth- antepone Avilés Fabila a la novela, a manera de epígrafe, y desde el primer capítulo -a través del personaje- plantea una de las interrogantes básicas, que aquí podemos enunciar del siguiente modo: ¿Por qué la vida y no más bien la muerte?

Gustavo Treviño observa que los hombres comunes y corrientes luchan contra la muerte y se adhieren a religiones diversas en busca de la divina promesa de inmortalidad, pero en realidad -considera- no hay ninguna perspectiva grata en el hecho de perpetuar vidas inútiles y aburridas. Desecha el lugar común de considerar infelices a los suicidas, y recapacita en el comentario de Borges respecto a que numerosos personajes de la literatura rusa son suicidas por felicidad. También enfrenta la acusación de que los suicidas son seres irracionales o presas de locura. Pone ejemplos: Paul Laforgue, Ernest Hemingway y Jaime Torres Bodet no fueron seres anormales y su suicidio fue, quizás, el acto más lúcido de sus vidas.

En el crimen perfecto que es el suicidio -no hay que perseguir al culpable-, el protagonista distingue, al lado de los presuntos débiles de carácter o de espíritu, a quienes se quitan la vida con una firme y premeditada osadía. “Uno no se mata por cobardía, como supone el común de la gente. Se mata por valentía y coraje”, expresa.

También advierte que hay diversas modalidades del suicidio, ya que no todo se reduce a darse un balazo: hay el suicidio lento y complejo de los alcohólicos, quienes se hunden en una agonía placentera”, como hicieron Edgar Allan Poe, Malcom Lowry o José Revueltas.

Treviño compara la vida con un viaje homérico, en el que hay que sortear decenas de peligros, escuchar el canto de sirenas, cegar a Poliferno y escapar de Circe, y acepta que la fuerza motriz de la humanidad no es la lucha de clases, sino el amor. Marxista y escritor, el protagonista no decide matarse por sus ideas ni por la literatura, sino por amor... o, más bien, por desamor. Miriam, Emilia, Cristina y Celeste son algunas de las mujeres que, literalmente, pasan por su vida dejando, más que presencia o plenitud, soledad; todas ellas se funden en Montserrat, la mujer con “ojos de venado joven” que recoge las cenizas de Treviño. No detalla el autor el instante del suicidio porque nadie tiene derecho a ver morir a un hombre, a menos que éste así lo quiera” y por que, finalmente, el suicidio es un acto íntimo, ya que quien se mata en público es más un exhibicionista que un suicida convencido.

A pesar de abordar diversos temas filosóficos acerca de la vida, la muerte y el suicidio, la novela de Avilés Fabila no es un discurso teórico acerca de esos temas. Es un relato bien estructurado donde los fragmentos ensayísticos no dificultan ni interrumpen la lectura de la novela. Avilés Fabila cumple, con mucho oficio y pulcritud, su trabajo literario, pero subraya una cita de Camus, que constituye un reto teórico: No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: es el suicidio. Juzgar que la vida vale o no vale la pena de ser vivida es contestar a la cuestión fundamental de la filosofía.”

El suicidio (1897): Émile Durkheim.

lunes, 2 de noviembre de 2009

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argumentos principales de la obra

Como su nombre indica es un estudio sobre el suicidio, pero la gran novedad es que Durkheim considera éste desde el punto de vista de la tasa anual de suicidios que existen en varios países europeos desde la sexta década del siglo XIX. Analizándolas se percata de que dicha tasa anual suele mantenerse constante o con cambios muy leves a lo largo de prolongados períodos. Igualmente, los picos o los valles acusados en las gráficas corresponden con acontecimientos como guerras o depresiones económicas. También se percató de que la tasa de suicidios es diferente de unos países y de unas comunidades a otras. Por ejemplo, en las sociedades católicas había menos suicidios que en las sociedades protestantes. Es ante todo un hecho social, y cuyas causas son antes sociales que individuales o psicológicas.

Durkheim usa como base empírica de su argumento las estadísticas sobre la tasa en comunidades judías y solía haber menos suicidios que entre las sociedades gentiles en las estaban engastadas. Por todo ello, consideraba Durkheim, se debe entender que la tasa de suicidios depende más del tipo de sociedad en la que se producen que de las circunstancias psicológicas de los individuos particulares que finalmente optan por quitarse la vida.

A partir de aquí Durkheim distinguirá cinco tipos de suicidio:

  • Suicidio altruista
  • Suicidio egoísta
  • Suicidio anómico
  • Suicidio fatalista
  • Suicidio protagonista

El suicidio altruista es en el que existe una renuncia en favor de los otros. Durkheim pone el ejemplo de los pueblos celtas, entre quienes llegó a ser honroso el suicidio de los ancianos cuando eran incapaces de obtener recursos por ellos mismos.

El suicidio egoísta tiene lugar cuando los vínculos sociales son demasiado débiles para comprometer al suicida con su propia vida. En ausencia de la presión y la coerción de la sociedad, el suicida queda libre para llevar a cabo su voluntad de suicidarse. Esta forma de suicidio tiende a darse más en las sociedades modernas, en las que la dependencia de la familia o del clan es menor que en las tradicionales.

El suicidio anómico, que es el que se da en sociedades cuyas instituciones y cuyos lazos de convivencia se hallan en situación de desintegración o de anomia.

El suicidio fatalista, que se produce allí donde las reglas a las que están sometidos los individuos son demasiado férreas para que éstos conciban la posibilidad de abandonar la situación en la que se hallan. La disciplina militar o las sociedades esclavistas serían ejemplos de situaciones en las que se da este suicidio.

El suicidio protagonista, típico de sociedades industriales, se concibe como aquel por el cual el individuo influido por la desatención del grupo trata de llamar la atención del mismo mediante un suicidio ostentoso y aparentemente popularizado. El grupo heterónomo irracionalizado obstruye la persona del sujeto, en este sentido, se podría afirmar la vigencia de las teorías desarrolladas por los reduccionismos de Simmel y Scheler, o las teorías expo-casuísticas de Von Wiese en su vertiente moderna.

Una de las conclusiones a las que llega Durkheim es que en las sociedades y las comunidades que requieren más cohesión y solidaridad mecánica para sobrevivir, la tasa de suicidios será menor justamente porque la responsabilidad hacia el grupo al que se pertenece es un freno de la voluntad de suicidio.

Eso explicaría datos como, por ejemplo, que los judíos se suicidaran menos incluso que los católicos. Según Durkheim era la precariedad en la que vivía la mayor parte de las comunidades judías en la Europa del siglo XIX lo que hacía que los individuos dependieran más unos de otros. En ese tipo de sociedades el suicidio es percibido como un acto de irresponsabilidad hacia el grupo y de quebranto del deber hacia el mismo.

Una explicación parecida es la que reciben hechos como que en los países católicos la tasa de suicidios fuera menor que en los protestantes, con sociedades más individualistas. Asimismo la tasa de suicidio también varía de un tipo de familia a otra: menor en las familias tentaculares tradicionales en el Mediterráneo; mayor entre las familias nucleares de la Europa del norte.

Comportamiento suicida

miércoles, 23 de septiembre de 2009

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El suicidio es un acto en el cual deliberadamente se quita la propia vida. El comportamiento suicida es cualquier acción intencionada con consecuencias potencialmente mortales, como tomar una sobredosis de fármacos o estrellar un automóvil de forma deliberada.

Causas:

Las conductas suicidas pueden acompañar a muchos trastornos emocionales como la depresión, la esquizofrenia y el trastorno bipolar. Más del 90% de todos los suicidios se relacionan con un trastorno emocional u otra enfermedad mental.

Las conductas suicidas a menudo ocurren en respuesta a una situación que la persona ve como abrumadora, tales como:

  • El envejecimiento
  • La muerte de un ser querido
  • La dependencia de las drogas o el alcohol
  • Un trauma emocional
  • Sentimientos de culpa
  • Enfermedades físicas graves
  • El aislamiento social
  • El desempleo o los problemas financieros

La tasa más elevada de suicidio está entre las personas ancianas, pero ha habido un aumento continuo entre adolescentes. Los factores de riesgo para el suicidio en adolescentes abarcan:

  • Acceso a armas de fuego
  • Miembro de la familia que cometió suicidio (casi siempre alguien que compartía un trastorno común del estado anímico)
  • Antecedentes autoagresión deliberada
  • Antecedentes de descuido o maltrato
  • Vivir en comunidades en donde ha habido brotes recientes de suicidio en personas jóvenes
  • Ruptura sentimental

Los intentos de suicidio que no resultan en muerte sobrepasan por mucho a los suicidios consumados. Muchos intentos de suicidio fallidos se llevan a cabo en una forma en que el rescate sea posible. Estos intentos a menudo representan un grito desesperado buscando ayuda.

Los métodos de intento de suicidio pueden ser relativamente no violentos (como envenenamiento o sobredosis) hasta los violentos (como dispararse con un arma). Los hombres tienen mayor probabilidad de escoger métodos violentos, lo cual puede explicar el hecho de que los intentos de suicidio por parte de ellos tengan más propensión a consumarse. Muchos suicidios involucran un arma de fuego, especialmente en los ancianos.

Los parientes de personas que han cometido un intento de suicidio fallido o exitoso, a menudo se culpan o se enojan mucho ya que ven el intento o el acto como una actitud egoísta. Sin embargo, cuando las personas son suicidas, con frecuencia piensan erróneamente que les están haciendo un favor a sus amigos y parientes al irse de este mundo y esta creencia irracional los arrastra a tener este comportamiento.

El suicida

jueves, 17 de septiembre de 2009

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Al pie de la Biblia abierta -donde estaba señalado en rojo el versículo que lo explicaría todo- alineó las cartas: a su mujer, al juez, a los amigos. Después bebió el veneno y se acostó.
Nada. A la hora se levantó y miró el frasco. Sí, era el veneno.
¡Estaba tan seguro! Recargó la dosis y bebió otro vaso. Se acostó de nuevo. Otra hora. No moría.
Entonces disparó su revolver contra la sien. ¿Qué broma era ésa? Alguien -¿pero quién, cuándo?- alguien le había cambiado el veneno por agua, las balas por cartuchos de fogueo. Disparó contra la sien las otras cuatro balas. Inútil.
Cerró la Biblia, recogió las cartas y salió del cuarto en momentos en que el dueño del hotel, mucamos y curiosos acudían alarmados por el estruendo de los cinco estampidos. Al llegar a su casa se encontró con su mujer envenenada y con sus cinco hijos en el suelo, cada uno con un balazo en la sien. Tomó el cuchillo de la cocina, se desnudó el vientre y se fue dando cuchilladas. La hoja se hundía en las carnes blandas y luego salía limpia como del agua.
Las carnes recobraban su lisitud como el agua después que le pescan el pez. Se derramó nafta en la ropa y los fósforos se apagaban chirriando. Corrió hacia el balcón y antes de tirarse pudo ver en la calle el tendal de hombres y mujeres desangrándose por los vientres acuchillados, entre las llamas de la ciudad incendiada.
Autor: Enrique Anderson Imbert

martes, 18 de agosto de 2009

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Alguien gritó « fuego » para hacerse el gracioso, en una reunión de Navidad que celebraban en una mina de cobre en Calumet, Michigan, en 1913. Cundió el pánico y se perdieron setenta y dos vidas, de niños en su mayor parte.

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¿Cuántos de nosotros, en el momento de la muerte, tendrán la compostura para decir algo memorable e impecablemente redactado? ¿Y qué nos motivará? El revolucionario Georges Jacques Danton puede haber sido un presumido o estar sólo amargado cuando dijo en la guillotina: « Asegúrate de mostrar bien mi cabeza a la multitud . Pasará mucho tiempo antes que identifiquen el parecido ». El caso de Nerón fue claramente de presunción: « Qualis artifex pereo », traducido literalmente: « ¡Qué gran artista pierde el mundo! » Sir Walter Raleigh, sintiendo el filo del hacha, murmuró como de paso: « Es un remedio afilado, pero seguro, para todos los males ». Como lo hizo Ana Bolena cuando dijo: « El verdugo es, según creo, muy experto y mi cuello muy delgado ». Luis XVI puede haber estado perdonando, más que siendo sarcástico, cuando dijo en el patíbulo: « Que mi sangre cimente tu felicidad ». Beethoven, que estaba sordo, debe haber dado la bienvenida a un mundo mejor con las palabras: « En el cielo oiré ». Dennis Diderot fue filósofo hasta el fin: « El primer paso a la filosofía es la incredulidad ».

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A través de la puerta y las ventanas, supuestos asesinos dispararon sesenta y tres balas en el dormitorio de León Trotsky, el cual formaba parte de una casa que parecía una fortaleza, en la ciudad de México. Gracias a la advertencia que se le hizo instantes antes, Trotsky y su mujer escaparon sin daño alguno escondiéndose bajo la cama. Después, en el mismo año, que era 1940, Trotsky fue asesinado por un hombre que usó un piolet, y que se había ganado la confianza del antiguo revolucionario ruso. El asesino tenía como nombre Jacques van den Dresch, pero era sólo un alias. Su verdadera identidad permanece desconocida. (En México se le conoce más como Jacques Mornard).

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Unas 13.700.000 personas murieron en batalla durante la Primera Guerra Mundial. La epidemia de influenza que siguió y duró todo un año, mató a muchos más. Cuando menos mil millones de personas enfermaron y cuando menos murieron 20 millones.

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Cuando era joven, Maximiliano Robespierre se opuso a la pena de muerte, rechazando así la oportunidad de una brillante carrera de leyes, porque sentía escrúpulos en trabajar en una corte que sentenciaba a la horca a personas que habían sido juzgadas y condenadas. Pero al tener el control de la Revolución Francesa en 1793, Robespierre empezó el Reinado del Terror, que mandó a cientos de personas a la guillotina, antes que él mismo cayera bajo su cuchilla.

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Cuando el « monje loco » Rasputín fue asesinado en Petrogrado (Leningrado, ahora San Petersburgo) en 1916, sus asesinos le dieron primero pasteles y vino cargados con suficiente cianuro como para matar a varios hombres. Rasputín comió y bebió y no dio muestras que le hicieran daño. Entonces el Príncipe Félix Yussupov le disparó al pecho y le golpeó la cabeza con un bastón lleno de plomo, y los conspiradores lo arrojaron al río Neva. Cuando el cuerpo fue recuperado, la autopsia reveló que Rasputín se había ahogado.

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En 1911 un sastre llamado Teichelt, que había inventado una capa para volar como un murciélago, según creía, pidió permiso para volar desde la torre Eiffel. Los propietarios de la torre dieron permiso con desagrado, con la condición que Teichelt consiguiera la autorización de la policía y que firmara una renuncia a sus derechos, la cual absolvía a los propietarios de la torre de toda responsabilidad. Increíblemente, la policía dio la autorización. A las ocho en punto, una mañana helada de diciembre, Teichelt, acompañado de un puñado de animadores y de fotógrafos de prensa, subió hasta el nivel de la primera plataforma, se detuvo sobre su orilla y se lanzó a la muerte.

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El archiduque Francisco Fernando de Austria era un hombre extraordinariamente vanidoso. Cuando iba a una ceremonia de gala, se hacía coser a sí mismo en su uniforme de modo que no hubiera una sola arruga que empañara su apariencia. Desgraciadamente, el archiduque llevaba uno de sus uniformes cosidos encima cuando le dispararon en Sarajevo el 28 de junio de 1914. Fue imposible desabotonar su uniforme. Cuando se encontraron por fin unas tijeras, el archiduque se había desangrado hasta quedar muerto.

Escritores suicidas

lunes, 17 de agosto de 2009

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Hablando de escritores que han acabado con su vida por propia mano, la historia comienza hace dos siglos.

Dentro del romanticismo alemán destaca la figura del dramaturgo Heinrich von Kleist (Frankfurt, 1777). Destinado desde la cuna a seguir con la tradición familiar y convertirse en un militar de renombre, Kleist abandona la carrera de armas a los 22 años para iniciar el estudio de filosofía y matemáticas en Berlín.

En 1801 se produjo su fatal encuentro con las teorías de Kant, conduciéndole al abandono de la ciencia y de los privilegios de su clase. En la mente de Kleist al pensamiento de Kant se une el entusiasmo por la idea roussoniana de retorno a la naturaleza y al poco decide volver la espalda al mundo civilizado fijando su residencia en una granja suiza. Allí se dedica a la elaboración de tres o cuatro proyectos, entre ellos la tragedia La familia Schroffenstein y la comedia El jarrón roto. Pero abrumado por el excesivo trabajo Kleist cae enfermo y su hermanastra se lo lleva a Alemania.

Desempeñando un cargo de subalterno al servicio de Prusia, Heinrich es capturado por los franceses bajo la acusación de espionaje y encarcelado en un fuerte galo. En prisión escribe Pentesilea (1808), obra dramática sin precedentes que rompió con la tradición del teatro clásico al tratar, en un lenguaje que roza el expresionismo y en un solo acto, los estados patológicos que conducen a los protagonistas a su destrucción. Cuando es puesto en libertad fija su residencia en Dresde, uno de los centros de la oposición liberal. En este periodo termina la mayor parte de sus mejores obras: El jarrón roto, El terremoto de Chile, Anfitrión....

Defensor de la libertad de su patria y abiertamente antinapoleónico (el drama El príncipe de Homburg es una apología mágica de Prusia), cuando en el otoño de 1811 el rey de Prusia se alía con Napoleón contra Rusia, Kleist, desencantado, abandona la lucha y escribe: "Me es imposible continuar viviendo, mi alma está tan martirizada que, sólo con asomarme un poco a la ventana, la luz del sol que cae de arriba me daña".

Enfermo y sin recursos, se suicida con su amante, Henriette Vogel, a orillas del pequeño río Wannsee, cerca de Berlín, el 21 de noviembre de 1811.

A finales de 1961, el corpulento y fanfarrón Hemingway es un anciano de cabellos grises y miembros enflaquecidos. Ingresado en la Clínica Mayo por una depresión que le han producido unos fármacos, es tratado con electroshocks. Pero la depresión se acentúa con manía persecutoria e intentos de suicidio.

Finalmente, el domingo 2 de julio de 1962 Hemingway se levanta muy temprano, encuentra la llave de la habitación donde estaban guardadas las armas, carga una escopeta de dos cañones y la lleva a la habitación frontal de la casa. Luego se pone el doble cañón en la frente y dispara.

También Emilio Salgari murió anciano y vivió grandes aventuras. Nació en Verona en 1863, en su juventud fue periodista y desde los dieciocho años vivió aventuras extraordinarias en el mar como capitán de altura. En 1896 pide a la prensa local la reedición de una novela publicada como folletín, convirtiéndose en la exitosa El misterio de la jungla negra.

Dedicado por entero a la literatura, crea una extensa obra, reservada al público juvenil y ambientada en exóticos parajes (El corsario negro, los dos tigres, La venganza de Sandokan...). En 1911 contrae un grave aneurisma que le induce al suicidio.

Virginia Woolf(1882-1941) no se suicidó debido una enfermedad sino por el miedo a la locura. Woolf creó un género novelístico que cambió la trayectoria de las obras de ficción. Para ella la literatura no debía contentarse con presentar lo superficial de las cosas, sino que debía captar la fluctuante visión personal, el inconsciente. Esta interpretación de la realidad llegó a rozar el simbolismo en sus últimas novelas (Las olas, Entre actos). Hija del escritor Leslie Stephen, una de las figuras más importantes de la vida literaria británica, su adolescencia fue traumática. La pérdida de su madre a los trece años la lleva a una grave crisis síquica. Nueve años más tarde la muerte de su padre la conduce al borde del suicidio.

En 1913 completa su primera novela, El viaje de ida (publicada dos años después) y cae gravemente enferma en lo que parece una nueva amenaza de demencia. Estas crisis, más o menos violentas, se seguirán produciendo entre uno y otro periodo de creación. La escritura que exorciza sus angustias la agota hasta el punto de temerse que puedan quedar dañadas su mente y personalidad. Tarda tres años en escribir una de sus últimas obras, The years (1937) y durante el periodo de creación es consciente de una progresiva dificultad para escribir. Esto la desespera y la idea de suicidio va tomando cuerpo.

Tras uno de los bombardeos que asolan Londres la pareja se queda sin casa y se traslada a Rodmell. En la primavera de 1941 su salud empieza a deteriorarse seriamente. El 28 de marzo desaparece de su casa y el día 31 es encontrada ahogada. Dejó dos cartas: una para Leonard, otra para su hermana Vanessa. En ambas explicaba: "...Estoy segura de que, de nuevo, me vuelvo loca. Creo que no puedo superar otra de aquellas terribles temporadas. No voy a curarme en esta ocasión... estoy haciendo lo que me parece mejor... No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo".

El esfuerzo empleado en crear algo que nunca la satisfizo del todo, el cambio de atmósfera social, el surgimiento de corrientes literarias antagónicas, la guerra, el miedo a la locura, terminaron por destruirla.

Yukio Mishima (1925-1970). Nacido en el seno de una familia de burguesía media de Tokio, se vanagloriaba de pertenecer por sus antepasados a la clase de los samurais y por ello realizó los estudios en una escuela reservada por tradición a la nobleza. Dedicado de lleno a la literatura, en su obra sufrió el influjo del romanticismo japonés que, poniendo énfasis en la unidad del Japón y de sus valores culturales, servía de base de apoyo a la ideología nacionalista. Entre las obras de este periodo, alejadas de la trágica realidad de la guerra y la derrota, destacan El bosque en flor (1941) y Ladrones, (1946-1948).

En junio de 1949 alcanza el éxito con Confesiones de una máscara. La narración del viaje interior del protagonista de los recuerdos de la primera infancia hasta las fantasías de la adolescencia, y el lento y aceptado proceso de toma de conciencia de su homosexualidad causa un gran escándalo. Sin embargo en 1959 se casa con la hija de un conocido pintor y escribe El camino del samurai,una defensa de la necesidad de restaurar los valores de la cultura prebélica y militarista. Por ello junto a un grupo de estudiantes universitarios se adiestra en artes marciales y militares en una base del ejército. El 25 de noviembre de 1970 se suicida siguiendo el rito de los samurais. Su muerte causa conmoción en el mundo entero.

Visto en: Profesor en línea

El Grito. Edvard Munch

martes, 21 de julio de 2009

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"Paseaba por un sendero con dos amigos - el sol se puso - de repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio - sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad - mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza."
Edvard Munch






Oración. A Dios?

jueves, 25 de junio de 2009

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Señor, dame la facultad de no rezar jamás, librarme de la insania de toda adoración, aleja de mí esa tentación de amor que me entregaría para siempre a ti. ¡Que el vacío se extienda entre mi corazón y el cielo! No deseo ver mis desiertos poblados con tu presencia, mis noches tiranizadas cun tu luz, mis siberias fundidas bajo tu sol. Mas solitario que tú, quiero mis manos puras, a diferencia de las tuyas, que se ensuciaron para siempre al modelar la tierra y al mezclarse en los asuntos del mundo. No pido a tu estúpida omnipotencia más que respeto para mi soledad y mis tormentos. No tengo nada que hacer con tus palabras; y temo la locura que me las haría escuchar. Dispénsame el milagro recoleto de antes del primer instante, la paz que tú no pudiste tolerar y que te incitó a labrar una brecha en la nada para inaugurar esta feria de los tiempos, y para condenar así al universo, a la humillación y la vergüenza de existir.

El amor. La mentira mejor disfrazada...

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Si en la jerarquía de las mentiras la vida ocupa el primer puesto, el amor le sucede inmediatamente, mentira en la mentira. Expresión de nuestra posición híbrida, se rodea de un aparato de beatitudes y de tormentos gracias al cual encontramos en otro un sustituto de nosotros mismos.

¿Merced a qué superchería dos ojos nos apartan de nuestra soledad? ¿Hay quiebra más humillante para el espíritu? El amor adormece el conocimiento; el conocimiento despierto mata al amor. La irrealidad no puede triunfar indefinidamente, ni siquiera disfrazada con la apariencia de la más exaltante mentira. Y por otra parte, ¿Quién tendría una ilusión tan firme como para encontrar en "otro" lo que ha buscado vanamente en sí mismo? ¿Un retortijón de tripas nos dará lo que el universo entero no ha sabido ofrecernos? Y, sin embargo, ese es el fundamento de esta anomalía corriente y sobrenatural: resolver entre dos -o mas bien suspender- todos los enigmas; a favor de una impostura, olvidar esta ficción en que flota la vida; con un doble arrullo llenar la vacuidad general; y -parodia del éxtasis-, ahogarse, finalmente, en el sudor de un cómplice cualquiera...

Emile Cioran

sábado, 23 de mayo de 2009

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EL HECHO DE QUE LA VIDA NO TENGA NINGÚN SENTIDO, ES UNA RAZÓN PARA VIVIR.
LA ÚNICA EN REALIDAD.

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HOY SE DESPERTO ADENTRO MIO, UNA MELANCOLIA MAS HONDA QUE LA DE OTROS DÍAS...

Aquellos días felices...

martes, 17 de marzo de 2009

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Cansado de los días soleados y calurosos, cada vez se hace mas larga la espera de aquellos hermosos días grises "todo mal", lluviosos y con viento.
Habré nacido en el lugar equivocado?

Colgamiento

martes, 24 de febrero de 2009

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Colgamiento o ahorcamiento es la suspensión de una persona por una ligadura que para producir la muerte por suspensión del cuerpo desde el cuello. La suspensión se puede hacer en una horca o cualquier otro punto de sujeción a suficiente altura y resistencia al peso.

Colgamiento también ha sido usado para describir un método de suicidio en el cual la persona aplica una ligadura al cuello hasta que se presenta la inconsciencia y después la muerte, por medio de suspensión parcial o el soporte del peso en la ligadura. Este método ha sido más frecuentemente utilizado en prisiones y otras instituciones, donde es difícil llevar a cabo una suspensión completa. El primer uso conocido en este sentido fue en 1300 A.C.
Métodos de colgamiento judicial
Existen cuatro maneras de llevar a cabo un colgamiento judicial: la caída corta, el colgamiento por suspensión, la caída estándar, y la caída larga.
Caída corta
La caída corta se lleva a cabo colocando al prisionero condenado en la parte trasera de una carroza, caballo, u otro vehículo, con la soga alrededor del cuello. El vehículo es después desplazado, dejando a la persona colgada de la cuerda. La muerte es lenta y dolorosa. El prisionero condenado muere por estrangulación. Hasta 1850, este era el principal método utilizado. Una escalera era comúnmente usada cuando se forzaba al condenado a ascender, continuando con la colocación de la soga alrededor de su cuello y se retiraba la escalera o se le hacia girar, dejando al condenado colgado. Un banco, en el cual se requiere que el condenado quede parado para luego retirarlo de una patada, también ha sido usado.
Colgamiento por suspensión
El colgamiento por suspensión es similar a la caída corta, excepto que la horca misma es móvil, de manera que la soga puede ser elevada una vez que el condenado esta en posición. Este método es utilizado actualmente en Irán, donde utilizan cañones de tanque o grúas móviles para elevar al condenado al aire. Métodos similares involucran pasar una cuerda a través de una polea para permitir elevar a la persona.

Caída estándar
La caída estándar, involucra una caída de entre 1,2 y 1,8 metros y entró en uso a mediados del siglo 19, en países de habla inglesa y en aquellos cuyos sistemas judiciales estaban bajo influencia inglesa. Fue considerada como una mejora a la caída corta porque tenía la intención de ser suficiente para romper el cuello de la persona, causando parálisis inmediata e inmovilización (y probablemente inconsciencia inmediata)

Caída larga
Este procedimiento, también conocido como caída medida, fue introducido en 1872 por William Marwood como un avance científico de la caída estándar. En vez de que toda la gente cayera la misma distancia estándar, se calculaba de acuerdo al peso de cada persona cuanta cuerda era necesaria para asegurar que la caída rompiera el cuello de los ejecutados.
Como método de suicidio
El colgamiento en un método común de suicidio. Los materiales necesarios para suicidarse por colgamiento están fácilmente disponibles para la persona promedio, a comparación de armas de fuego o venenos letales. La suspensión completa no es necesaria, y por esta razón el colgamiento en especialmente común entre prisioneros suicidas. Un tipo de ahorcamiento comparable a la suspensión completa se puede obtener a través de la auto-estrangulación utilizando una ligadura en el cuello y solamente peso corporal parcial (suspensión parcial). Este método depende de perder la conciencia debido a la restricción de flujo sanguíneo arterial mientras se sostiene la respiración.

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“Si, en el momento de nuestro nacimiento, fuéramos tan conscientes como lo somos al salir de la adolescencia, es más que probable que a los cinco años el suicidio fuera un fenómeno habitual o incluso una cuestión de honorabilidad. Pero despertamos demasiado tarde...”



Cómo elegir un método de suicidio ideal

viernes, 13 de febrero de 2009

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El suicidio es la última opción del que no tiene más nada que perder. Aunque suicidarse es considerado pecado en muchas religiones y a veces ilegal, acá eso poco interesa.

Cuando uno decide morir, tiene que usar por última vez su sentido común y su inteligencia.

Un intento mal hecho puede empeorar tu ya triste vida con malformaciones, medicaciones u otros problemas permanentes. Acá les detallo algunos puntos a tener en cuenta en caso de necesidad de autoabolirse:

Rapidez: los métodos rápidos causan menos angustia y menos posibilidades de arrepentirse. El método ideal implica muerte instantánea.

Indoloro: El tema central de la muerte voluntaria es que quién quiere suicidarse no merece sufrir más de lo que lo viene haciendo.

Efectividad: Cuando uno intenta suicidarse y falla, todos te vigilarán de cerca en lo subsecuente, y aunque no te recluyan en un hospital mental, la situación también puede bordear lo insoportable. La efectividad también está orientada a que muchos métodos tienen un gran potencial para lastimar gravemente, dañar tus órganos internos o incluso desfigurarte. Si antes la vida era una mierda, lo será aún más con alguno de estos problemas.

Discreción: Es esencial para evitar “rescates” por aquellos que no quieran dejarte ir. Entre menos gente pueda interrumpirte o descubrirte mientras morís, mejor.

Limpieza: Pulcritud es salud... Para los que quedan, claro está. Es de gente educada mantener el orden y evitar molestias. Nadie quiere limpiar tus vísceras salpicadas por caer de un piso 12.

Seguridad: No hay que perjudicar a los demás. Dañar a los otros implica terrorismo, no hay que ser egoísta porque hay quienes sí valoran la vida.

Esto lo encontré en acá: fuente.



La Muerte Feliz

viernes, 30 de enero de 2009

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Esta es la primera novela que escribió Don Albert Camus pero él nunca quiso publicarla. Leyéndola entiende uno por qué: es un conjunto de ejercicios literarios. Digamos que la Muerte Feliz es algo así como un polígono militar de tiro al que se asiste armado, por supuesto, para entrenar y afinar la puntería, pero que claro, no es la guerra.

La verdad si algún interés de investigación, o la gana de tener el panorama completo de la obra de este autor, no le asisten, es mejor que no la lea, no vale la pena pudiendo leer mejores obras de este Argelino como: "El Extranjero", una de las más mentadas de las suyas y todo parece indicar que incubada mientras escribía esta de la muerte, o "La Caída", mi favorita.

¿Por qué les escribo de ella entonces? Imagino que lo tienen claro, porque sus temas de reflexión son la vida, la muerte y la felicidad. Además, porque en su primera parte narra un acto al que la generalidad de reseñas presenta burdamente como un mero asesinato, pero que, hermanas y hermanos suicidiarios, a mi ojo resulta claro que no es más que un refinado acto de eutanasia, o mejor, una variante del "Suicidio por Policía" a la que se me antoja llamar en este instante: "Suicidio por Amigo o Conocido"
Les adjunto una imagen de Albert

Libros suicidas

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De a poco voy a ir comentando sobre libros suicidas. También quiero hacer una descripción detallada de escritores suicidas. Creo que es mas interesante lo que puede escribir alguien cuando ya tiene en mente cometer dicho acto. Sus escritos son mas profundos, mas sinceros y con una visión que de otra forma lo la lograría.

* El libro El Club de los Suicidas fue escrito por Robert Louis Stevenson. Acá les dejo un link si lo quieren descargar.


El suicidio...

jueves, 29 de enero de 2009

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Según wikipedia, el suicidio es el acto de quitarse la propia vida. Muchas religiones lo consideran un pecado, y en algunas jurisdicciones se considera un delito. Por otra parte, algunas culturas lo ven como una forma honorable de escapar de algunas situaciones humillantes, sin escapatoria o dolorosas en extremo.

El suicidio: Evolución histórica
La actitud de los hombres ante la muerte no ha sido la misma a través de los tiempos; cuando un hombre de hoy habla de su muerte, piensa que si le fuera dado escogería una muerte súbita, sin dolor, como un leve sueño. El hombre del medioevo se sentiría aterrado de ello, porque como lo expresa el padre de Hamlet, en la famosa obra de Shakespeare, moriría "en la flor del pecado"; por eso el hombre de la edad media prefería un tiempo de arrepentimiento y de balance de sus deudas con Dios y con los hombres, inclusive en las oraciones medievales se rezaba "líbranos Señor de la muerte repentina".

"Las antiguas civilizaciones sacralizaron la muerte, la domesticaron, queriendo restarle dramatismo e integrarla en un sistema de ritos y creencias que tenían por objeto convertirla en una etapa más del destino, por ello, rechazaban y condenaban el suicidio: el cuerpo del suicida era castigado, arrastrado por el suelo, y no tenía derecho a ser sepultado en la Iglesia... solo en el caso del soldado vencido que se suicidaba por honor, o de otras formas de suicidio como el duelo."

En sociedades donde la sacralidad era la cosmovisión vigente, es lógico que el comportamiento suicida se rechazara, pues el hombre no tenía permitido modificar su destino, que estaba en las manos de Dios, tampoco se le reconocía al ser humano el derecho de imponer a la sociedad la presencia intempestiva de la muerte por una decisión personal, una sociedad así, no permitía que el individuo la forzara moralmente ni a ella ni a Dios.

El suicidio ha estado ligado a la humanidad y sus costumbres: los mayas, según refiere la historia, veneraban a Ixtab, la diosa del suicidio, y, en el Lejano Oriente, los japoneses se hacían el "harakiri" para lavar la deshonra.

El suicidio era, tiempo atrás en occidente, algo vergonzoso para la familia; era sinónimo de debilidad, de enfermedad, de conducta inadecuada y por ello pocos o casi nadie lo daban a conocer. Actualmente las cosas son distintas, ya que este acto se ve como un síntoma de enfermedad y se acepta, se denuncia, lo que ha aumentado las cifras de manera alarmante. Es un problema en el que parece haber consenso entre sociólogos, psicólogos, psiquiatras, antropólogos y demógrafos, cuando lo consideran como un rasgo de la modernidad, uno de los males del siglo.

Visión sociológica del suicidio
El sociólogo francés Emile Durkheim en su obra El suicidio (1897), señala que los suicidios son fenómenos individuales, que responden esencialmente a causas sociales. Las sociedades presentan ciertos síntomas patológicos, ante todo la integración o regulación social ya sea excesiva o insuficiente del individuo en la colectividad. Por tanto el suicidio sería un hecho social.
Durkheim comienza su estudio en 1835 con una definición de suicidio como: Todo caso de muerte que resulta directa o indirectamente de un acto positivo o negativo realizado por la víctima misma, y que, según ella sabia, debía producir este resultado. Ejemplo de un acto positivo: dispararse en la cabeza; ejemplo de un acto negativo: rehusar a ingerir cualquier medicina hasta dejarse morir.

Durkheim distingue cuatro clases de suicidios:


* Suicidio egoísta típico de sociedades deficientes o carencia de integración social.
* Suicidio anómico característico de falta de regulación social (anomia), o sea, las normas sociales no son interiorizadas como propias por parte del individuo.
* Suicidio fatalista cuando existe un alto grado de regulación social.
* Suicidio altruista característico de sociedades con alto grado de integración social.

Primer post

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Este blog nace ante la urgente necesidad de buscar una solución, una respuesta (aunque sé que no la encontraré) al instante supremo. A ese deseo de “En un instante suprimir todos los instantes”. El último momento antes de abolir con uno mismo.
No pretendo salvar a nadie, ni a empujarlo hacia el abismo. Solo soy uno más que debe cargar sobre sus espaldas la insoportable carga del hastío, el tedio y el incansable pensamiento de autodestruirse.
Luego de encontrarme con este aforismo de E. Cioran: “Quien no haya concebido jamás su propia anulación, quien no haya presentido el recurso a la cuerda, a la bala, al veneno o al mar, es un recluso envilecido o un gusano reptante sobre la carroña cósmica.” Recupero la tranquilidad de saber que no soy un extraño por las sensaciones que vivo a diario.