Cuando el « monje loco » Rasputín fue asesinado en Petrogrado (Leningrado, ahora San Petersburgo) en 1916, sus asesinos le dieron primero pasteles y vino cargados con suficiente cianuro como para matar a varios hombres. Rasputín comió y bebió y no dio muestras que le hicieran daño. Entonces el Príncipe Félix Yussupov le disparó al pecho y le golpeó la cabeza con un bastón lleno de plomo, y los conspiradores lo arrojaron al río Neva. Cuando el cuerpo fue recuperado, la autopsia reveló que Rasputín se había ahogado.
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