martes, 18 de agosto de 2009

 

En 1911 un sastre llamado Teichelt, que había inventado una capa para volar como un murciélago, según creía, pidió permiso para volar desde la torre Eiffel. Los propietarios de la torre dieron permiso con desagrado, con la condición que Teichelt consiguiera la autorización de la policía y que firmara una renuncia a sus derechos, la cual absolvía a los propietarios de la torre de toda responsabilidad. Increíblemente, la policía dio la autorización. A las ocho en punto, una mañana helada de diciembre, Teichelt, acompañado de un puñado de animadores y de fotógrafos de prensa, subió hasta el nivel de la primera plataforma, se detuvo sobre su orilla y se lanzó a la muerte.

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