jueves, 25 de junio de 2009
Si en la jerarquía de las mentiras la vida ocupa el primer puesto, el amor le sucede inmediatamente, mentira en la mentira. Expresión de nuestra posición híbrida, se rodea de un aparato de beatitudes y de tormentos gracias al cual encontramos en otro un sustituto de nosotros mismos.
¿Merced a qué superchería dos ojos nos apartan de nuestra soledad? ¿Hay quiebra más humillante para el espíritu? El amor adormece el conocimiento; el conocimiento despierto mata al amor. La irrealidad no puede triunfar indefinidamente, ni siquiera disfrazada con la apariencia de la más exaltante mentira. Y por otra parte, ¿Quién tendría una ilusión tan firme como para encontrar en "otro" lo que ha buscado vanamente en sí mismo? ¿Un retortijón de tripas nos dará lo que el universo entero no ha sabido ofrecernos? Y, sin embargo, ese es el fundamento de esta anomalía corriente y sobrenatural: resolver entre dos -o mas bien suspender- todos los enigmas; a favor de una impostura, olvidar esta ficción en que flota la vida; con un doble arrullo llenar la vacuidad general; y -parodia del éxtasis-, ahogarse, finalmente, en el sudor de un cómplice cualquiera...
Emile Cioran